VIAJE
AL MONASTERIO DE RUEDA Y ESCATRÓN
Este Monasterio es uno
de los máximos exponentes de la orden cisterciense en Aragón. Se asienta a
medio camino entre las villas de Sástago y Escatrón.
La orden del Cister
(austeridad) nacida en Francia, basa su vida en la oración, el cultivo de la
tierra y el agua. Nace de un movimiento de renovación monástica que busca
revitalizar el espíritu de la regla de San Benito, el trabajo y la oración,
“Ora et Labora”.
La fecha del inicio de
las obras data del año 1202.
En el año 1238 se
consagra la Iglesia.
Teníamos frente a nuestros expectantes ojos un edificio que era la culminación de un periplo iniciado en el año 1152.
D. Pedro Callizo fue
nuestro guía, con sus extensos conocimientos nos fue enriqueciendo de sabiduría
y dándonos a conocer las peculiaridades de la Orden del Cister, su modelo de
vida, comportamiento destinado a la austeridad y la arquitectura humilde
alejada de la ostentación.
El claustro, en torno
al que se distribuyen las dependencias y se articula la vida monástica, desde
aquí pudimos observar la esbelta torre mudéjar, el oratorio, la sala capitular
con una portada inigualable y con las tumbas de varios abades, la escalera y el
dormitorio, el calefactorio, el locutorio desde el que se accede a dos salas de
castigo, la biblioteca, el refectario con el pulpito para el lector y la
cocina.
Aquí se dio por
finalizada la visita a este conjunto medieval integro, no sin antes hacernos
una fotografía de grupo en el claustro, el mismo en el que a través de la
decoración se puede ver la evolución cronológica del proceso de construcción y
ver la primera decoración geométrica del siglo XIII pasando a los modelos
figurativos del siglo XIV.
Una vez salimos del Monasterio,
ya en el exterior nos dirigimos a visitar la noria hidráulica de 18 metros de
diámetro y que permitía traer agua al Monasterio.
Finalizada esta grata
y sorprendente visita, guiados por D. Carmelo Herrero, hijo de la villa y
miembro de esta Hermandad, cruzamos el río Ebro para dirigirnos a Escatrón,
municipio de la provincia de Zaragoza situado en la ribera baja del Ebro,
testigo del paso del tiempo y parte de la historia de Aragón.
En la plaza de la
villa, se encuentra la Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora en
cuya fachada figura la fecha 1856, y allí nos espera D. Simón Esquinas quien
nos explicó la historia de esta Iglesia con todo lujo de detalles y
curiosidades. Que memoria la tuya Simón.
Es de estilo
gótico-renacentista y barroco, declarada Bien Catalogado del Patrimonio
Cultural de Aragón.
Templo de una sola
nave con capillas laterales entre los contrafuertes, levantado en el año 1525.
El elemento más
valioso y representativo es el retablo del altar mayor, este fue trasladado
desde el Monasterio de Rueda con la desamortización de Mendizábal en el año
1836.
Este retablo está
construido en alabastro, formado por cuatro cuerpos principales: la base con
dos arcos, continúa con dos cuerpos de tres calles, la central que cobija la
escena de la Asunción de la Virgen, donde aparece un escudo con las iniciales
J.H.S.
En las calles
laterales aparecen los relieves con la anunciación y purificación y sobre ellos
la Natividad y la adoración de los Reyes Magos, el ático representa la escena
de la coronación de La Virgen.
Finalizada la ruta y
gratamente satisfechos de la jornada cultural, nos trasladamos al Club Naútico Escatrón
donde dimos buena cuenta del suculento menú confeccionado para la ocasión.
Bien atendidos y
servidos, con diligencia, simpatía y con mucha paciencia con nosotros,
Angelines B., Mercedes, Angelines y Mª Carmen se portaron extraordinariamente
bien, que buen trabajo en la cocina y el comedor. ¡Enhorabuena! Muchas gracias
por su amabilidad y cortesía.
Tras el brindis con
leche de pantera preparada para la ocasión por el socio D. Juan José Pellejero
y la canción de rigor nos dirigimos al interior de la localidad, tras visitar
alguna “farmacia” para la bebida espirituosa y reconfortante, se puso fin a
nuestra estancia en la villa de Escatrón.
A las 18:00 horas, el
regreso a nuestra ciudad Zaragoza por el mismo camino, de nuevo cantando
canciones legionarias. Era la demostración palpable y visible en el ambiente de
que nuestra satisfacción era plena tras la actividad extraordinaria llevada a
cabo, una vez más una jornada de convivencia donde los valores de amistad,
cordialidad y buena compañía se unen a los de la cultura y el conocimiento de
nuestro pasado e historia.
Estamos ansiosos por
la siguiente excursión.
MIGUEL L. CASADO
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